El apiñamiento dental se produce cuando existe una desproporción entre el tamaño de los
dientes y la capacidad de los huesos maxilares. Aunque en algunas ocasiones los dientes
pueden ser anormalmente grandes, en la mayoría de los casos el problema radica en un
desarrollo óseo insuficiente. Este desequilibrio puede generar una falta de espacio en la
boca, originando problemas de alineación.
Un ejemplo común es el “paladar estrecho”, a menudo observado en niños. Este fenómeno
no se debe únicamente a la herencia gené ca, sino que puede estar influido por hábitos
como la respiración bucal y el consumo habitual de dietas blandas. La respiración por la
boca, por ejemplo, afecta la posición natural de la lengua, la cual debería esmular el
crecimiento del paladar. Asimismo, la falta de mas cación de alimentos duros impide que los
músculos faciales contribuyan adecuadamente al desarrollo de los maxilares.
La buena no cia es que, si se actúa a empo —preferiblemente entre los 6 y 12 años—, es
posible interceptar este desarrollo limitado y corregir el apiñamiento sin tener que recurrir a
la extracción de dientes sanos, que se u liza únicamente como úl mo recurso en casos
extremos. Una detección temprana y un tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia,
evitando complicaciones futuras y preservando la salud bucodental del paciente.
Mantener una vigilancia temprana y fomentar hábitos funcionales adecuados son acciones
fundamentales para asegurar un correcto desarrollo de la estructura facial y evitar
intervenciones invasivas.